viernes, 20 de marzo de 2015

De qué dependen la forma y color de una flor?

La ilimitada diversidad la vida ha maravillado siempre al hombre. Formas, colores, perfumes… Las variaciones son aparentemente infinitas y por muchos años que llevemos estudiándolas nunca cesan de sorprendernos. Las orquídeas, por ejemplo, mueven a una legión de aficionados que han generado toda una industria en torno a su admiración y cultivo. Pero los mecanismos que originan esta diversidad de formas, o dicho de otra manera, cómo el genotipo de un ser vivo (o sea, la secuencia de letras del ADN) se traduce a un fenotipo (a unos caracteres observables, como color o forma) se ignoran en gran medida y suponen una de las cuestiones centrales de la biología de hoy día.

Variation in floral pigmentation patterns and intensity within the genus Antirrhinum. Martin & al. 2010. Plant Physiology 154: 506–511

En la fotografía de hoy se ilustra la variación del colorido floral en las “bocas de dragón” o Antirrhinum, un género de las familia de las Plantagináceas que alcanza su máxima diversidad de especies en la Península Ibérica. Sobre todo en el sureste de España, multitud de especies, muchas de ellas de difícil identificación, aparecen en roquedos y muros. La diversidad de formas y colores de las flores de Antirrhinum es enorme, y casi siempre existen ejemplares de aspecto intermedio difíciles de adscribir a una especie u otra.

Aquí se ilustra que las diferencias en la intensidad del color de las flores y la presencia o no de venas, o guías de néctar, depende de dos factores de transcripción, unas proteínas llamadas Rosea y Venosa, que regulan la síntesis y distribución del pigmento rojo, una antocianina. Estas proteínas se comportan como “interruptores”, que se unen a determinadas partes del ADN de la planta y encienden o apagan sus genes diana.

Como veis, las formas y colores dependen de mucho más que la mera secuencia de letras del ADN. Mientras que una mutación tarda miles o millones de años en producirse, los factores de transcripción pueden ser un medio rapidísimo para cambiar el aspecto de una planta y en última instancia, acabar produciendo una nueva especie. En los últimos años, un nuevo campo de la biología, la “epigenética” se está abriendo camino a pasos agigantados. Este campo estudia también cómo se regulan los genes y está teniendo consecuencias revolucionarias en cómo entendemos la evolución y la conservación de las especies. Pero de la epigenética y de la nueva frontera del conocimiento que ha abierto hablaremos en otra ocasión.

Nota. La imagen tiene varias erratas:

Antirrhinum barrelieri es en realidad A. litigiosum.

A. “meonanthemum” es A. meonanthum.

A. “nutellianum” es en realidad Sairocarpus nuttallianum, una planta de América pariente de Antirrhinum que nada tiene que ver con la Nutella, sino con Thomas Nuttall, botánico inglés y autor de "The Genera of North American Plants".

1 comentarios:

Precioso, pero me quedas en ascuas!!!!
Besitos.

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