viernes, 6 de junio de 2014

Darwin, en La Serena

La semana pasada estuvimos dando una vuelta por las charcas de La Serena. Hoy, se las vamos a enseñar a un señor inglés. Decíamos que la rareza de muchas de las plantas de las charcas se explica porque las probabilidades de colonizar por casualidad un nuevo hábitat son muy reducidas. Nuestro amigo inglés nos va a ayudar a comprender cómo seres con pocas posibilidades de moverse grandes distancias (plantas diminutas, crustáceos microscópicos, caracoles) se las arreglan para ir de un lado a otro usando medios de transporte poco convencionales.

Los que hayáis andado por los herbazales de La Serena habréis notado cómo quedan los zapatos tras una caminata primaveral. Llenos de pajitas. Y las suelas llenas de barro. Pero, ¿se os ha ocurrido alguna vez pensar que estas fastidiosas “pajitas” que arruinan cordones y calcetines son los frutos de multitud de especies de plantas del pastizal? ¿Habéis tomado alguna vez barro de la suela de un zapato y probado a ponerlo en una maceta y ver si crece alguna planta? Pues a un señor inglés que vivió a mediados del siglo XIX, se le ocurrió todo esto y mucho más, y como resultado de sus investigaciones e ideas nació la teoría de la evolución de las especies. Sí, amigos, estoy hablando de Charles Darwin y de su libro monumental „Sobre el Origen de las Especies“, de 1859. Os transcribo un fragmento aquí:

“I took in February three tablespoonfuls of mud from three different points, beneath water, on the edge of a little pond; […] I kept it covered up in my study for six months, pulling up and counting each plant as it grew; the plants were of many kinds, and were altogether 537 in number”.

“Tomé en Febrero tres cucharadas de barro de tres puntos diferentes, bajo el agua, en la orilla de una pequeña charca; [...] lo mantuve cubierto en mi estudio durante seis meses, extrayendo y contando cada planta a medida que crecía; las plantas fueron de muchas clases, y fueron 537 en total”.

 Elatine macropoda.jpg

Darwin pensó, además, que el barro sería trasportado en los pies de las aves acuáticas, particularmente las que se alimentan en la zona litoral correteando de un lado para otro. En La Serena no solo recibimos la visita de multitud de aves migratorias durante el invierno, sino que además tenemos a las ovejas, que caminan continuamente y van a las charcas a beber. Si bien las ovejas no se mueven ya a lo largo de grandes distancias, las aves recorren miles de kilómetros durante sus migraciones, y es precisamente por esto por lo que muchas de estas pequeñas y raras plantas tienen distribuciones geográficas muy amplias, apareciendo aquí y allá, dispersas por todo el continente europeo y a lo largo de África. Ejemplo de tales especies podrían ser la Elatine macropoda de la foto, una planta diminuta y sumamente rara, que se puede ver aquí y allá si uno busca las pequeñas charcas en que habita. Os transcribo otro párrafo de la obra de Darwin:

“Earth occasionally adheres in some quantity to the feet and beaks of birds. Wading birds, which frequent the muddy edges of ponds […] would be the most likely to have muddy feet. Birds of this order wander more than those of any other; and are occasionally found on the most remote and barren islands of the open ocean; they would not be likely to alight on the surface of the sea, so that any dirt on their feet would not be washed off; and when gaining the land, they would be sure to fly to their natural fresh-water haunts”.

“la tierra se adhiere ocasionalmente en cierta cantidad a las patas y los picos de las aves. Las aves zancudas, que frecuentan los bordes cenagosos de las charcas […] son las más proclives a tener las patas embarradas. Las aves de esta clase caminan más que las de cualquier otra, y se pueden encontrar ocasionalmente en las islas más remotas y desoladas en el mar abierto; no es probable que se posen en la superficie del mar, de forma que cualquier resto de barro en sus patas sea lavado; cuando lleguen a tierra, volarán de seguro a su medio natural en el agua dulce”.

Darwin tenía mucho interés en recopilar datos para sus teorías y hay que imaginárselo con su mayordomo, el señor Parslow, recorriendo los campos y disparándole a las perdices con el único objetivo de limpiarles el barro de las patitas para ver qué plantas crecían de él. Con el tiempo, esta teoría de Darwin ha sido demostrada, y como ejemplo citaremos un artículo de Jordi Figuerola y Andy J. Green (2005), que recolectaron en Doñana las semillas de las patas y el plumaje de multitud de aves que capturaron con mallas. Yo, por mi parte, espero poder contaros pronto cuántas especies de plantas pude cultivar a partir de las pajitas de mis calcetines y el barro de mis zapatos.

10 comentarios:

Y vaya tabajito quitar esa pajitas de los calcetines y del calzado. Aunque ahora, gracia a Darwin y a tí, nos esteremos dando cuenta de que nosotros somos los trasportadores de vida a otros lugares.

Muy buena entrada. Me encanta como has enlazado las experiencias de Darwin con tu propia experiencia.

Me ha encantado,tienes que recopilar y publicar un libro que podamos comprar.

@ José: Sí, la próxima ya sabes: no las tires ;)

@ Miguel: Muchas gracias :)
@ Anónimo: Bueno, con el tiempo y una caña!

Creia que las ovejas eran" comeplantas " y ahora resulta que son transportadoras de vida,me resulta muy didáctico

Muy interesante.
¡Sigue ilustrándonos!
Besitos.

Las ovejas y los hombres (bueno unos mas que otros) son "comeplantas" y a la vez transportadores....
Entrada muy interesante! Richard


¡"Peazo" blog!. Es un magnífico ejemplo de como la rigurosidad no tiene porqué estar reñida con la amenidad. Desde aquí FELICITO al Señor Autor y le pido que, POR FAVOR, nos siga ilustrando con su sabiduría y sus innegables dotes para la docencia y la divulgación científica.

Un cordial saludo,

Matapeces/Fishes-Killer

Cómo se nota el aprecio (mutuo), queridísima Matapeces! Un abrazo

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